dos bailarines


y las autopistas a la media noche
y el ruido
como un grito
de una garganta
hecha de cemento

y las lĂ­neas interminables
de coches,
como si las estrellas
cayeran a la tierra
y empezaran a
tragar el cielo

y los camioneros
arrastrando remolques
llenos de naranjas,
verdes y semi-congeladas,
regalos para sus hijos

que esperan cada noche
al lado de la ventana,
para ver a sus padres
viajando por el cielo
saltando de
una estrella a
la otra.

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